Pocas personas pensarían en hacer unos tamales, entrenar un equipo de fútbol de la escuela primaria, o aprender a tocar un instrumento musical sin elaborar un plan. Sin embargo--- quizás debido a la frustración, al agotamiento, o a no saber qué planificar — así es precisamente cómo la mayoría de los cónyuges más desilusionados intentan, y en última instancia fallan, el paso fundamental de la separación conyugal.
Y el resultado por lo general resulta ser el previsible: cónyuges sin un conjunto de objetivos por escrito y un plan para alcanzar esas metas casi siempre terminan decepcionados con cada cual y con su matrimonio, y recurren al divorcio. En nuestra labor de mediación, incluso hemos quedado impresionados por el número sorprendente de cónyuges que se separaron sin querer divorciarse pero que se fueron a la deriva inexorablemente hacia ello simplemente porque se dirigieron al sistema jurídico creyendo que solucionaría sus problemas.